En la Escuela N°25 de la localidad rural de Quiebra Yugos, en el norte de Uruguay, decidieron empacar sus cosas e irse de viaje a la Luna, misión que fue comandada por el académico e investigador del Departamento de Astronomía de la Universidad de Concepción (Chile), el astrónomo Ricardo Demarco. Esta es la historia de su aventura espacial.

Durante los primeros meses de pandemia, cuando la incertidumbre era absoluta y el confinamiento se transformaba en cotidianeidad, el Centro Interactivo de Ciencias, Artes y Tecnologías (CICAT), de la Universidad de Concepción, se unió al Dr. Ricardo Demarco para crear una iniciativa que permitiera a niñas y niños salir por un momento de este planeta en caos, usando su imaginación.

Viaje a la Luna

A través de 12 desafíos, el objetivo era aprender sobre los aspectos involucrados en el viaje más épico hecho hasta ahora por la humanidad, el que llevó hace poco más de 50 años a los primeros terrícolas a la Luna.

El material fue creado especialmente para ser enviado a través de WhatsApp, aprovechando las ventajas que esta aplicación de mensajes permite, como el poder compartir archivos, imágenes y videos de bajo peso, además de notas de voz y texto, los que se pueden descargar y luego visualizar aunque se haya perdido la conexión.

Estas 12 etapas fueron conducidas por Ricardo Demarco quien, a través de pequeñas cápsulas de video, entregaba antecedentes, contenidos y planteaba las misiones que debían desarrollar las niñas y niños con materiales sencillos que podían encontrar en su hogar, durante el recorrido, el astrónomo Paul Calderón fue el encargado de acompañar a los profesores y estudiantes en el envío del material a sus teléfonos celulares y guiarlos en el desarrollo de cada desafío.

“En particular, los vuelos a la Luna son una gran metáfora de lo que las personas son capaces de realizar cuando se comprometen a trabajar en conjunto, coordinadamente, por alcanzar un gran objetivo, tan grande que individualmente no sería posible hacerlo y que el resultado de lograrlo impactaría tremendamente, y de manera positiva, en el desarrollo y bienestar de las personas”, señaló Demarco.

De Chile a Uruguay

Durante el 2020 se inscribieron en Chile más de 120 docentes con sus respectivos estudiantes, pero este año la iniciativa cruzo las fronteras y llegó a oídos de Espacio Ciencia, un museo interactivo perteneciente al Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), a quienes les encantó la idea y pidieron al CICAT si podían hacer su propia versión a la uruguaya, pero manteniendo el hilo conductor a cargo de Demarco.

Fiorella Silveira, coordinadora del LATU, comenta: “Desde el principio captamos mucha motivación y mucho interés por parte de las y los docentes, y cuando empezaron a llegar las evidencias de los niños, nos dimos cuenta que todo este esfuerzo de coordinación valía la pena, porque veíamos sus caras sonrientes haciendo los desafíos y que en muchas ocasiones estaban acompañados de sus familias, lo que transformaba esta experiencia en algo muy valioso”.

Así fue como este 2021 participaron más de 130 docentes de diferentes rincones del Uruguay, entre ellas la profesora María Leticia Mora, de la escuela de Quiebra Yugos, en el departamento de Tacuarembó, a casi 400 kilómetros de Montevideo.
Junto a sus estudiantes fueron realizando uno a uno los desafíos propuestos y con mucho entusiasmo fueron involucrando también a sus familias. Durante la ejecución de la iniciativa fueron surgiendo varias dudas por parte de las niñas y niños, hasta que al final la profesora llegó a la conclusión de que nada se perdía con tratar de conseguirse el correo de Ricardo Demarco y escribirle directamente a él.

En ese momento no se imaginó que todo terminaría con una conversación virtual en directo con Ricardo, el director del CICAT, la directora de Espacio Ciencia y toda la comunidad educativa de su escuela.

“Cuando Ricardo Demarco accedió a conectarse con nosotros a través de Zoom, fue impresionante la alegría de los chicos y de sus familias, porque muchas de las actividades las trabajamos también en familia, y ese día no solo estuvo presente el grupo de estudiantes que participaron desarrollando las actividades, si no que fue algo tan importante, esto de acceder a hablar con un científico y todo lo que esto puede llegar a motivar a los chicos, que invitamos a los demás cursos de la escuela, así es que estaban todos los niños y los profesores de la escuela presentes”, comentó Leticia.

Carolina Iriarte, apoderada de la Escuela de Quiebra Yugos, señaló: “Para mí, como madre, el proyecto De mi casa a la Luna fue toda una experiencia nueva, ya que pude apoyar a mi hija en cada uno de los desafíos que iban proponiendo, para ayudarla a recrear todo lo que fue el viaje de los astronautas y lo que ellos vivieron”.

Por su parte, Martina, estudiante de la escuela, comentó: “Para mi estuvo muy divertido, aprendimos bastante sobre astronomía en todas las misiones que nos iban pidiendo y estamos muy felices y emocionados de haber trabajado con Ricardo Demarco. Fue una linda oportunidad para nosotros, que somos niños rurales, haber conocido personas de otro país”.

Ahora la profesora Leticia ya sueña en grande y junto con sus estudiantes se imaginan viniendo a Chile para conocer el CICAT y a Ricardo Demarco, esta vez, en persona: “La conversación fue fantástica, porque más allá de toda la información que nos proporcionó, de una forma clara y accesible a los niños, la buena disposición, la linda energía que transmitían, no solo Ricardo, si no todo el equipo que se conectó ese día con nosotros. Fue un clima hermoso, disfrutamos muchísimo y esto sin duda superó nuestras expectativas”, concluyó.

Ricardo Demarco también reflexiona en cuanto al impacto de este tipo de encuentros: “Estoy muy feliz de que estudiantes en Uruguay puedan participar de esta aventura espacial. Es un privilegio poder llegar a la gente muy joven que está comenzando a descubrir sus intereses y sueños personales con esta propuesta que busca motivarlos para seguir el camino de la ciencia y la tecnología, dos componentes fundamentales en el desarrollo de un país.”

Fiorella, del LATU, reflexiona también sobre el contexto: “La tecnología, en esta época de pandemia que ha sido muy dura para todos, nos dio la posibilidad de estar muy cerca y de poder compartir en este tipo de instancias, que en otro momento no las veíamos tan posible, o no las sabíamos explorar como posibilidades reales de acción”.

Fuente: Darío Cuellar, Comunicaciones CICAT.