Con un notable retraso, a causa de la pandemia mundial por covid-19, este pasado 5 de septiembre se inauguró una nueva edición de la Berlín Biennale “The Crack Begins Withinen”, en la que participan cinco artistas chilenos: una selección de obras que son parte de la colección del Museo de la Solidaridad Salvador Allende, la artista Gracia Barrios, la destacada obra multidisciplinar de Francisco Copello, Cecilia Vicuña y los artistas visuales mapuche Paula Baeza Pailamilla y Francisco Huichaqueo. Este último participa en la 11ª Bienal gracias al patrocinio de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VRID) de la Universidad de Concepción.

La participación e invitación del académico del Departamento de Artes Plásticas de la UdeC, Francisco Huichaqueo, corresponde a la exhibición de Wenu Pelon-Portal de luz. 2015-20, visitada por las curadoras de la bienal en enero pasado en Santiago, siendo seleccionada toda la obra cinematográfica que complementa el total de la exhibición con prendas y objetos mapuche, donde la obra kuifi ül-Sonido Antiguo se presenta como una nueva pieza cinematográfica filmada especialmente para la Bienal.

Wenu Pelon, en su gestación, fue dirigida bajo los parámetros de la cosmovisión mapuche consultando cada proceso a gente sabia del pueblo -entre ellas- Juana Paillalef, directora del Museo Mapuche de Cañete (Ruka Kimün taiñ volil) y Silvia Kalfuman, en su rol de machi. Para Huichaqueo una parte importante de las decisiones creativas fueron develadas por medio del Pewma (sueño, o revelación) propio del mapuche cuando se enfrenta a decisiones importantes. Wenu Pelon es una invocación, un llamado espiritual para liberar a los encarcelados en la época colonial, incluyendo los objetos mapuche saqueados que se encuentran en las bóvedas de museos alrededor de todo el mundo.

Filmada el primer día del Wiñol tripantü, la obra Kuifi ül está habitada por el canto de la trutruka, un instrumento de viento que resuena en los bosques de lanco (Región de los Ríos) y en todo el territorio durante varios días durante la ceremonia mapuche. Dentro de la instalación, el sonido tiene como objetivo despertar los objetos mapuche –un kultrün, un pifüllka, un metawe- que normalmente están en custodia de un museo alemán, quitados de las manos de quienes los crearon.

Para Huichaqueo, este encuentro temporal entre las pertenencias de su pueblo y su antiguo canto constituye una preparación espiritual para el inevitable retorno a su hogar de estos objetos, con su gente. Hoy los linajes Kalfiu Aburto Panguilef, Cañuta, son los que representan en escena este Llellipun fílmico.

Los objetos presentes en la muestra fueron gestionados gracias a las acciones de la plana mayor de la Bienal y sus curadoras, complementadas con videollamadas de parte de Huichaqueo hacia la dirección del Museo Etnográfico de Berlín, logrando un préstamo difícil de gestionar desde su dirección, entre ellas, Metawes, Kultrunes y pifilkas de uso espiritual, con una data de alrededor de 300 a 400 años.

En palabras del artista: “Somos un cántaro roto, porque un genocidio rompió nuestra forma de vida, nuestro ecosistema (Itrofill mogen), por esa razón, quiero por mi antiguos, recuperar por medio de estas acciones en los museos del mundo lo que nos pertenece. Restituir de alguna manera lo que fue arrebatado de su lugar de origen para volver al equilibrio y significarnos como una cultura íntegra nuevamente. En otras palabras, quiero reparar ese cántaro roto, quiero que vuelva lo mapuche a wallmapu y sea tocado por sus descendientes y dialoguen con su pasado que también es futuro. El instinto espiritual antes que la razón”.

La muestra estará abierta al público hasta el 1 de noviembre del 2020.

Fuente: Departamento de Artes Plásticas de la UdeC.