El destacado filósofo nacional Jorge Millas sostenía que la filosofía sirve para «poner en tensión la inteligencia y prepararla así contra las formas de la servidumbre que la amenazan por todas partes«. En ese contexto, esta actividad humana que no es ampliamente ejecutada, aparece como fundamental, sobre todo en los tiempos donde crisis sociales y sanitarias nos plantean la posibilidad y la obligación de repensarnos como sociedad.

Las humanidades en general, y la filosofía en particular, parecen haber sido las grandes ausentes de las discusiones que se han suscitado en Chile en el último tiempo. Frente a ello, la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio, Vrim, de la Universidad de Concepción organizó el ciclo de conversación Participación y Ciudadanía, que en su primera etapa ha convocado a pensadoras y pensadores a hablar sobre la sociedad, y que cierra sus actividades de este año con la conferencia “¿Por qué importan las humanidades y en particular la filosofía?”, del abogado y filósofo Agustín Squella. Ésta se realizará este martes 01 de diciembre, desde las 18:30 hrs, y será transmitida en streaming por Facebook Live de Vrim_UdeC y de TVU.

La también filósofa y Vicerrectora de Vinculación con el Medio UdeC, Claudia Muñoz Tobar, lamenta lo poco que se considera a las humanidades al momento de decidir sobre el desarrollo de la sociedad. Esto pasa, señala, “porque el interés está puesto en resolver problemas urgentes y visibles, y rápido. Resolver asuntos de fondo exige tiempo, audacia y seguramente más recursos. Pareciera que lo único que se espera de las humanidades son opiniones y si esas opiniones coinciden con las reglas del juego dominante, tanto mejor”.

A su juicio, cuando hablamos de aporte social “se suele esperar como respuesta una enumeración de resultados concretos, pero la filosofía pone atención sobre lo que no es obvio. Muestra, por ejemplo, lo que hay detrás de la exigencia de que todo el saber sirva para algo evidente. El pensamiento crítico, como se llama hoy, es el aporte de la filosofía, ella misma lo encarna. En estos tiempos, en que todos saben y opinan de todo, se hace más necesario parar y pensar”.

En ese sentido, el Director de Vinculación Social y parte del comité organizador del ciclo de conversaciones, Rodrigo Herrera Ojeda, cuenta que “los invitados a este ciclo de la Vrim respondían a la característica de invitar a pensar la contingencia más allá de la noticia del momento. Ha sido como abrir una ventana para recibir un aire fresco, pensar un poco, para así seguir en las tareas del día a día”.

A su juicio, ha sido un aporte en ese sentido, “permitiendo un alto en el vértigo del camino, y darse un momento para mirar las cosas desde una perspectiva distinta, novedosa. Esa era la gracia de las/los invitados/as, pensar en aportes novedosos, pero que al mismo tiempo invitaran a construir. En este sentido, el cierre con Agustín Squella viene a darnos ese soplo de aire en relación al futuro político de nuestra sociedad, ese futuro que se nos viene encima como una ola, que a muchos asusta, pero que nos dirá cómo nos vamos a organizar de aquí en más, y entre quiénes. Algo no menor, por lo que su voz y su mirada, desde la experiencia, sin duda ayudará no sólo a pasar la ola, sino mirarla y entenderla; de dónde viene, a dónde se dirige”.

Falta conversación

Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2009), Agustín Squella es abogado de la Universidad de Chile (sede Valparaíso), Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, periodista colegiado, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Valparaíso y Universidad Diego Portales, y Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile.

Ejerce como profesor universitario desde 1970, y hace más de 25 años que, además, cumple un rol de columnista provocador, con bastante resonancia mediática ya que, ha dicho, es un convencido de la necesidad de fortalecer la conversación pública en una sociedad donde ese concepto parece tener límites cada vez más estrechos.

En Chile nos falta conversación, palabra que prefiero a diálogo, porque esta última ha ido tomando un olorcillo a sacristía. Conversación que presupone encuentro entre quienes quieren pedir la palabra en el espacio público, disposición a escucharse unos a otros, a dar y también a atender razones, intención de convencer a otros pero apertura también a dejarse persuadir por los demás, y claro, a todo eso sirve el cultivo, la enseñanza y la difusión de las humanidades y de la virtud que debe acompañarlas: la tolerancia, y tolerancia no como simple resignación disgustada pero pacífica ante los que piensan o viven de modos diferentes a los nuestros, sino como apertura consciente hacia éstos y sus planteamientos”, ha sostenido en algunas entrevistas.