Por: Grupo “Ciencias y Constitución”, Foro Constituyente UdeC.

En los últimos dos años, nuestro país se ha visto fuertemente remecido por dos acontecimientos que marcarán su historia. Por una parte, el estallido social, que despertó un malestar acallado por años y que demandó una mayor participación en la administración y destinos del país, lo que se materializó en la redacción de una nueva Constitución Política. Por otra, la pandemia COVID-19, que nos obligó al encierro y la incertidumbre. Si bien la investigación científica en áreas como la epidemiología, el manejo de datos y la biología celular y molecular han hecho aportes cruciales para paliar los efectos de la pandemia, diversos actores del escenario científico nacional no visualizan que este aparente protagonismo de las ciencias haya tributado a un reconocimiento a través de políticas públicas de largo plazo.

Ejemplo de ello son los y las investigadores de las áreas de Humanidades y Ciencias Sociales, quienes alertaron insistentemente respecto de la creciente inequidad social del país y sus posibles consecuencias, y que pese a ello, debieron escuchar con impotencia desde la autoridad que las manifestaciones del descontento social “no se vieron venir”. Más aún, investigadores/as de diversas áreas de las ciencias han alertado permanentemente respecto a la falta de políticas sistémicas de largo aliento (los tiempos de la ciencia son siempre más largos que los de los gobiernos), así como del nulo aumento de recursos que permitan regularizar las condiciones laborales de un sector importante de quienes desarrollan ciencia en el país, y la promoción de políticas eficientes de descentralización, por mencionar algunas.

Es en este contexto donde confluyen los dos eventos sociales, el estallido y la pandemia, puesto que la elaboración de una nueva Constitución, sobre la base de una convención elegida y representativa, brinda una oportunidad inmejorable de sentar las bases de una actividad científica nacional sólida y con proyección. Esto permitirá al país no sólo responder de mejor manera a situaciones de emergencia, sino también convertir a la investigación, el desarrollo y la innovación de base científico-tecnológica en actividades estratégicas para la construcción de un país más próspero. Al menos así lo han entendido un número importante de países que poseen un desarrollo más equitativo que Chile, donde seguimos fuertemente anclados en el extractivismo, con los enormes costos sociales y ambientales que ello acarrea. Felizmente, así también lo ha entendido la Convención Constitucional, que ha creado una Comisión de Conocimientos, Ciencias y Tecnología, a la que se han sumado las Culturas, Artes y Patrimonios.

Aun antes de la creación de dicha Comisión, desde Foro Constituyente UdeC nos hemos concentrado en generar espacios para las Ciencias en la nueva Constitución. De hecho, la actividad inaugural de Foro en la Escuela de Verano 2021 fue un conversatorio sobre Ciencias y Constitución con la participación de connotadas investigadoras y autoridades de la investigación en el país (https://youtu.be/klX7EqN3W80).

Más recientemente, hemos creado el grupo de trabajo “Ciencias y Constitución”, especialmente enfocado en aportar una mirada territorial a la discusión constitucional en torno a las Ciencias, entendidas en el más amplio espectro. Somos optimistas respecto a que desde este espacio, promovido por nuestra Universidad como un actor clave del desarrollo científico regional, seremos capaces de convocar a la mayor cantidad de actores de las zonas Centro y Sur de país, aportando propuestas concretas para que la nueva Constitución contenga las bases y directrices de un desarrollo sólido y sostenible de todas las instancias generadoras de conocimiento. Además de garantizar el derecho de la Sociedad a todos los beneficios producidos por esta comunidad, estamos convencidos de que en el desarrollo amplio de las Ciencias radica una real oportunidad para proyectar a un nuevo Chile.