Un nuevo enfoque metodológico está permitiendo a investigadores observar con mayor precisión cómo varía el comportamiento sísmico en distintas regiones del planeta, según expuso hace unas semanas la geofísica Catalina Morales-Yáñez en la reunión anual de la European Geosciences Union (EGU), realizada en Viena.
Se trata de la aplicación de una técnica de “inversión bayesiana transdimensional en dos dimensiones espaciales”, que ha sido implementada exitosamente en el centro-norte de Chile y en California, zonas caracterizadas por una alta tasa de actividad sísmica.
Esta metodología había sido utilizada en múltiples áreas de investigación, involucrando aplicaciones en economía o estadística. Sin embargo, su uso había sido poco explorado en sismología. Usarla para determinar el “valor b” representa una innovación, ya que permite tener soluciones con menos sesgos debido a que los resultados obtenidos dependerán sólo de los datos usados.
El “valor b” es un parámetro clave en sismología que describe cómo se distribuyen los terremotos según su magnitud, en el marco de la Ley de Gutenberg-Richter. Esta ley establece que, en general, ocurren muchos más terremotos pequeños que grandes, y el valor b permite cuantificar esa relación.
Además de ser una herramienta para entender con qué frecuencia ocurren eventos sísmicos de distintas magnitudes, el valor b entrega información sobre las condiciones geológicas de una región. Por ejemplo, valores bajos de b pueden indicar zonas con mayores tensiones acumuladas, lo que se asocia a la posibilidad de terremotos de mayor magnitud. En cambio, valores altos están vinculados con regiones donde predominan pequeñas fracturas o una mayor heterogeneidad en el
subsuelo.
Científicos han señalado que los lugares donde el valor b cambia espacialmente son especialmente relevantes, ya que pueden relacionarse con procesos como la acumulación de tensiones, la presencia de fluidos o estructuras geológicas profundas, entre otras posibilidades, siendo útil para evaluar el peligro sísmico, monitorear cambios tectónicos y diseñar estructuras sismorresistentes.
Además, este método ofrecería una mejora en la comprensión de los riesgos asociados a terremotos y aportaría información más precisa para la planificación y mitigación en zonas expuestas a actividad sísmica.