Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental y, por segundo año consecutivo, en este 2021 coincide con un momento en que las actividades cotidianas se han visto alteradas, como consecuencia de la pandemia de COVID-19. En ese marco, la Organización Panamericana de la Salud plantea que según la experiencia adquirida en emergencias pasadas, se espera que las necesidades de apoyo psicosocial y en materia de salud mental aumenten considerablemente los próximos meses y años.

Según Pablo Vergara, psicólogo y director de Vinculación con el Medio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC), «hay estudios epidemiológicos en Chile del año 2010 y 2012 en que las prevalencias de las dificultades en torno a salud mental se ve en niños, niñas y adultos. Los números no vienen bien hace rato, y lo que hace el estadillo social y la pandemia es amplificar aún más la tensión que venía acumulada hace mucho tiempo».

Sobre los síntomas que pueden revelar alguna patología asociada a salud mental, el profesional indicó que hay que poner atención cuando se pierde interés en las actividades que antes resultaban motivadoras, se presentan dificultades para conciliar el sueño, y cambios en los ritmos circadianos o en la alimentación. Al respecto, sostuvo que «si esas situaciones se mantienen, más allá de la agudeza, pueden ir disminuyendo nuestro sentimiento de bienestar». 

Sobre el financimiento que se destina en Chile para la salud mental, Vergara indicó que «recursos hay, desde 2010 hubo un aumento. La salud mental se ha visualizado como un eje que engloba otros elementos sanitarios», agregando que hay que considerar dos escenarios, los que tiene que ver con «responder reactivamente a quienes están desarrollando enfermedades en el área, y la promoción y prevención que permite disminuir la brecha de desigualdad entre las distintas poblaciones».

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