¿En qué estado se encuentran las costas chilenas? ¿Qué factores afectan hoy al ecosistema marino-costero? ¿De qué manera nuestra actividad impacta a la naturaleza y al paisaje costero? Esta y otras interrogantes fueron abordadas en el último capítulo de Dialogando con la Ciencia, el que tuvo como invitada a la Dra. Carolina Martínez Reyes, académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), directora del Observatorio de la Costa e investigadora del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (Secos) y el Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden).

El diálogo comenzó con una reflexión centrada en la forma en que el ser humano, con sus intereses, ha ejercido y ejerce presiones sobre los recursos del paisaje costero a través de las actividades económicas, la mala gestión de los recursos naturales, la habitación, entre otros. Ello, según explica la Dra. Martínez Reyes, ha generado durante los últimos 30 años transformaciones importantes en la zona costera, lo que, a su vez, ha planteado la necesidad de desarrollar instrumentos de planificación y gestión integrada que regulen la intensidad y velocidad con la que se pierden estos ecosistemas de alto valor natural y cultural.

 

Por lo anterior, la investigadora cuestiona si realmente se están logrando los objetivos de desarrollo sostenible planteados para asegurar la disponibilidad, a futuro, de estos ecosistemas marino-costeros. «Estamos al debe en adaptación. Hoy vemos los efectos que tienen los eventos climáticos extremos, por lo que tenemos la necesidad prioritaria de buscar elementos que eleven la resiliencia social y la adaptabilidad», es lo que sostuvo.

Al mismo tiempo, la Dra. Martínez Reyes reconoció que ha sido recién durante los últimos años que se ha comenzado a entender a la costa como un espacio singular y único, cuya funcionalidad no depende solamente de los procesos locales, sino que también de las alteraciones que ocurren, por ejemplo, desde el nivel de las cuencas andinas hasta el de las teleconexiones mundiales. Por ello, considera que es necesario ampliar la mirada existente.

 

Hacia una nueva Ley de Costas

Las costas también reflejan la capacidad que tuvieron los pueblos ancestrales de habitar esos paisajes antiguos, que fueron sometidos tanto a procesos litorales similares a los actuales como a ciclos cambiantes. Por ello, la Dra. Carolina Martínez Reyes afirma que en la actualidad existen vestigios de lo que fueron esas ocupaciones, los que «conforman un tremendo patrimonio arqueológico que se encuentra invisibilizado, que hoy en día está sometido a degradación porque sencillamente no está protegido. Solo las comunidades que están mejor vinculadas con su identidad y territorio son las que han salido en su defensa». 

Lo mencionado, de acuerdo con la investigadora, forma parte de los motivos por los que se ha tomado la determinación de impulsar la creación de una nueva Ley de Costas que permita actualizar los instrumentos normativos para el reconocimiento de la zona costera, los que datan de 1994. Si bien la Dra. reconoce que en aquellos años se cumplió con el objetivo de proveer una base para la legislación ambiental, la interpretación jurídica que se ha hecho de la política nacional de uso del borde costero es, a su juicio, poco sistémica, lo que ha limitado el avance hacia una gestión más integral.

 

Finalmente, la Dra. Martínez Reyes abordó otras temáticas, como la publicación conjunta con otros centros de investigación de un policy paper respecto de la nueva Ley de Costas, la socialización de las propuestas con parlamentarios que poseen vocación medioambiental, la necesidad de generar una nueva ética para relacionarnos con la naturaleza, entre otras. Puedes revisar el capítulo completo de Dialogando con la Ciencia aquí: