Francisco de la Barrera, académico de la Facultad de Ciencias Ambientales e Investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), conversó con Radio UdeC para analizar la influencia de la planificación territorial en los incendios forestales que han azotado a la región.

“La emergencia que estamos viviendo es producto de un territorio que ha sido configurado para el desastre”, sentenció de la Barrera, señalando también que la exposición al riesgo que se asocia a ciertos eventos extremos debe ser abordada bajo una mirada a largo plazo, con el propósito de anteponerse y contener emergencias.

Los incendios forestales han sido una amenaza por mucho tiempo en el país, según lo señalado por el académico, a causa de la presencia de especies que son más propensas al fuego. “Cuando se establecen grandes áreas, con muy poca regulación sobre la densidad de árboles que puede haber o sobre la continuidad de material vegetal del mismo tipo, que se consume muy rápido, se tiene una falla muy grande”, señaló de la Barrera en su diagnóstico, apuntando que desde la planificación territorial se debe alcanzar un balance entre bienestar y seguridad.

El docente de la UdeC mencionó que nuestro territorio puede tener alrededor de 4 mil incendios a lo largo del año, que pueden controlarse siempre que sean pequeños y no superen las 500 hectáreas de cobertura.

En el caso actual, los incendios han llegado a cubrir entre 50 mil a 60 mil hectáreas, lo que presenta indicios de falla de planificación de envergadura superior, que trasciende al enfoque meramente urbanístico, según lo comentado por de la Barrera.

Con respecto al resguardo de la biodiversidad, existen distintos instrumentos que permiten establecer zonas de conservación. A escala regional, desde Valparaíso hasta la Araucanía, hay planes de infraestructura ecológica, diseñados tras los megaincendios de 2017 y encargados de identificar las zonas expuestas a un mayor riesgo, las que deben ser conservadas y aquellas que necesitan ser restauradas.

Estos planes son un insumo que sirve como base para el diseño de medidas locales de planificación. Sin embargo, su consideración ha sido muy escasa, de acuerdo con lo señalado por el docente.

En cuanto a la planificación de los emplazamientos urbanos en relación con su cercanía con plantaciones forestales, los planes reguladores no le han dedicado suficiente atención a este aspecto. “Básicamente, lo que se asume es hasta dónde puede expandirse la ciudad, pero hay una zona gris, en plantaciones forestales que no se reconocen como tales, porque no tienen un uso comercial, sino que están destinadas a urbanizarse”, indicó el investigador.

En lo relativo a los efectos que deja la deforestación de un área por el paso de un incendio, el especialista dijo que puede esperarse la aparición de pequeñas inundaciones, desplazamientos de suelo y rocas, más muchos otros efectos que, dada la magnitud de los siniestros actuales, se pueden presentar en mayor medida.

El Gobierno Regional del Biobío aprobó la destinación de $50 mil millones de pesos para la reconstrucción de las zonas afectadas. Aquel presupuesto será empleado en aspectos urgentes, como el levantamiento de viviendas y la reactivación de ciertas actividades productivas. No obstante, de la Barrera plantea que además de aquello es necesario atender la generación de paisajes que sean más resilientes a catástrofes.

Según el académico, la forma en que se planifica el emplazamiento de plantaciones forestales y de bosques nativos, es un tema que da para una extensa discusión, dada las agudas diferencias existentes entre la industria forestal y especialistas del área. “Si esto depende exclusivamente de la voluntariedad, no vamos a logar transformar paisajes”, afirmó.

El especialista aseguró que el planteamiento de la necesidad de contar con más bosque nativo no responde únicamente a un sentimiento romántico con respecto a la naturaleza, sino que hay un factor con respecto a estas especies que ralentiza los incendios y ayuda a conservar las fuentes naturales de agua.

Los instrumentos de planificación territorial son emanados a partir de una Ley General de Urbanismo y Construcción. Por lo tanto, todos los planes reguladores centran su foco principalmente en las construcciones. “El salto que tenemos que dar, es entender que la planificación territorial fuera del ámbito urbano, tiene consecuencias ambientales”, aseguró.

Mirar el futuro de las ciudades con una perspectiva ambiental, contemplando profundamente todos los factores de nuestra naturaleza, es el principal desafío a abordar para evitar que catástrofes como la actual se repitan bajo las mismas condiciones.

Escucha a continuación la entrevista completa con Francisco de la Barrera, especialista en gestión ambiental de paisajes urbanos, en Nuestra Pauta AM.