La magnitud de los desequilibrios entre la oferta y la demanda que se explica por la política de impulso al gasto, las medidas sanitarias que incluían cuarentenas y restricciones a la movilidad de las personas, la inestabilidad política interna y el entorno internacional, están entre los principales factores que hacen prever que este año, Chile entrará ya definitivamente en un ciclo recesivo.

Ésta es una de las principales conclusiones que detalla la edición N° 52 del Informe Económico Regional (IER) de diciembre de 2022 de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Concepción, liderado por los profesores Iván Araya Gómez y Claudio Parés Bengoechea.

Estas proyecciones dependen. no obstante, de varios factores, entre ellos la incertidumbre política y económica a nivel interno, lo que limita la inversión y hace más atractiva otras regiones del mundo para invertir. Igualmente, relevante es el control de la inflación y cómo las expectativas se alinean hacia la meta inflacionaria, lo que también va a depender del entorno internacional y el éxito que tenga el mundo desarrollado en controlar su problema inflacionario.

“Las distintas regiones del mundo están desacelerando, por tanto, las proyecciones apuntan a que tengamos un 2023 relativamente más lento”, indicó el Dr. Araya.

Los impactos de la guerra de Ucrania-Rusia y su incidencia en los precios de los alimentos y la energía que contribuirían a más inflación, tasas de interés más altas y, una recesión en Chile más profunda y larga, generan un escenario más pesimista.

Al mismo tiempo, la incertidumbre de China con el control del Covid agregan un escenario más adverso y que impacta el precio del cobre y los términos de intercambio los que ya se han deteriorado durante los últimos años, sostiene el documento.

“Dados los escenarios de base, esperamos un crecimiento del PIB nacional para el 2023 sea entre – 1.2% y -0.2% donde la mayor parte del ajuste se concentrará durante la primera mitad del año”, precisó Araya.

Un golpe menos duro

Para la Región del Biobío en tanto, las perspectivas para el corto a mediano plazo, parecieran ser menos duras.

Aunque el crecimiento de la región pareció acoplarse con el crecimiento nacional, fue el consumo interno el que tiró más el carro que las exportaciones a diferencia de lo que ocurrió a nivel país, donde fue el comercio exterior el que explicó el crecimiento del 2019-2022 y en que, tanto la región como el país, siguieron más o menos el mismo camino.

“La economía regional también inició su ajuste”, expuso el experto.

La gran diferencia es que la mayor parte de las exportaciones nacionales van a China, por lo tanto, Chile vuelve a depender de este mercado. En tanto, la mayor parte de los envíos de la Región del Biobío van a Estados Unidos, que hoy presenta síntomas de bastante mayor estabilidad económica que el gigante asiático, cuyas cifras siguen siendo un misterio debido a las recientes noticias de recrudecimiento de los efectos de la crisis sanitaria. Esto podría generar nuevas restricciones en sus niveles de producción y por ende de su economía, con consecuencias aun indeterminadas.

El informe está disponible aquí.

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