En respuesta a la tendencia en los consumidores de los mercados de destino de las exportaciones chilenas de frutas, a preferir productos más sustentables, investigadores de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción (FIAUdeC), y de la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT) de la UdeC, desarrollarán el proyecto «Packaging compostable y antifúngico para arándanos».

Se trata de bolsas y cajas tipo clamshell de PLA (ácido poliláctico), para el embalaje de arándanos y otras frutas; y además, de un sachet difusor que contiene un compuesto antimicrobiano 100% natural, que evita la aparición de hongos y el deterioro de la fruta durante el largo viaje a destino.

El proyecto, liderado por el Dr. Pedro Aqueveque Muñoz, jefe de carrera de Ingeniería Ambiental, se adjudicó $260 millones del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) 2020 del Gobierno Regional de Ñuble, y según confirmó, su ejecución partió en noviembre, con un plazo de tres años.

«El uso de envases y embalajes elaborados con materiales plásticos derivados del petróleo, poseen una larga vida y breve tiempo de utilización, por lo que generan altos volúmenes de residuos cuyo impacto es negativo para el medio ambiente. Por ello, en Europa y Norteamérica la disminución de residuos plásticos es una política de Estado y juega un rol importante en la conciencia ambiental de sus ciudadanos», contextualizó el investigador.

Por otro lado, está el desafío de preservar la calidad de la fruta. «En la postcosecha, específicamente en fase de almacenamiento y exportación, se debe evitar el desarrollo de la pudrición en zonas críticas del embalaje y para ello se utilizan compuestos antifúngicos. A nivel químico, destacan una serie de formulaciones sintéticas que reducen las pérdidas, entre estos, el anhídrido sulfuroso (SO2), sin embargo, su aplicación preocupa a nivel ambiental y sanitario, ya que puede causar reacciones adversas en poblaciones sensibles, y por otro lado, puede dañar a la fruta», explicó el experto en botánica.

En ese sentido, comentó que «la industria y los investigadores de todas partes se han inclinado por productos naturales, que ayuden a combatir las infecciones fúngicas en fase de poscosecha, que sean inocuos para los consumidores y el medio ambiente».

Innovación

El proyecto plantea la fabricación y validación de envases biodegradables compostables, como la bolsa contenedora y el clamshell termoformado, así como un dispositivo antifúngico de origen natural para el envasado, almacenamiento y transporte del arándano destinado a exportación. «La solución plantea la fabricación de las bolsas y clamshell con biopolímeros provenientes de derivados del almidón de maíz», detalló el profesional, «mientras que el generador antifúngico se basa en un complejo de inclusión, constituido por moléculas de origen vegetal y propiedades antifúngicas comprobadas».

El académico sostuvo que el PLA o ácido poliláctico es un polímero que se obtiene a partir de la polimerización de ácido láctico, producido por bacterias lácticas al fermentar moléculas de almidón. «En el proceso de producción, los pellets de PLA son termoformados para obtener diferentes tipos de envases», describió.

El uso de PLA no es nuevo, de hecho, la UDT viene trabajando hace varios años esta línea de investigación a través de varios proyectos, algunos en conjunto con FIAUdeC. Precisamente, a través del proyecto Fondef «Producción y validación de envases biodegradables tipo clamshell, para el empaque y transporte de frutas de exportación», en conjunto con la empresa Integrity, se desarrolló, validó y patentó la formulación de un aditivo para mejorar las características del PLA, entre ellas, la transparencia, termorresistencia, resistencia a compresión y apilamiento.

Esto se complementa con el interés de la industria por cumplir con la necesidad de consumidores responsables que buscan preservar el medio ambiente. «Todo ello en beneficio de reemplazar el PET y el polietileno por productos inocuos para el medio ambiente», subrayó el Dr. Aqueveque, quien destacó que hay mercados dispuestos a pagar hasta tres veces por un producto si su packaging es biodegradable.

Es así que, a diferencia de los tradicionales clamshell de plástico y las bolsas contenedoras de polietileno, «el clamshell y la bolsa biodegradable compostable se fabricarán con biopolímeros como el PLA y el PBAT», resumió el profesor. Asimismo, comentó que estos bioplásticos son similares en apariencia al plástico, «pero con la ventaja que lo puedes compostar, para degradar e incorporar al ambiente y no contaminan».

Recordó que la industria lleva algunos pocos años fabricando productos en base a PLA, sin embargo, comentó que en un inicio la tecnología para su producción era muy cara, situación que ha ido cambiando últimamente debido a su mayor demanda y a la presión de los consumidores de países desarrollados «Con el PLA se pueden hacer bolsas, botellas, envases de yogur, insumos e implantes médicos, envoltorios para variados alimentos, entre muchos otros productos», enfatizó.

Del mismo modo, la aplicación de un compuesto antifúngico natural permitirá abordar la creciente demanda por un producto que inhiba la aparición de infecciones en productos altamente sensibles, como el arándano, y reemplazar el uso de agentes químicos sintéticos, los cuales han generado ya una serie de problemas ambientales y de salud. El proyecto plantea encapsular este compuesto volátil en un polímero natural denominado complejo de inclusión, permitiendo su difusión de manera gradual dentro del envase y actuando durante el tiempo de viaje a destino, el cual puede superar los 45 días. «Algo muy importante de esta molécula, es su actividad inhibitoria en hongos de poscosecha, su origen natural y su aceptación en los mercados de destino de la fruta nacional», cerró.