Por Dr. Roger Leiton Thompson, Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA), Universidad de Concepción y la Fundación Chilena de Astronomía (FUCHAS).

Patea una pelota y verás que sigue un recorrido distintivo: una parábola. Según el ángulo y la fuerza con que golpeemos, la parábola será más o menos ancha y la pelota llegará más o menos alta o lejos. Las parábolas se pueden describir con un poderoso concepto: una ecuación. Su poder radica en que con muy pocos elementos podemos trazar todas las posibles parábolas en el Universo. Pariente de la parábola es la elipse, que es como un círculo que ha sido estirado. Los planetas trazan el camino alrededor de su estrella con una de ellas.

Parábola y elipse son ejemplos de que la Naturaleza puede describirse en forma precisa usando un lenguaje bello, conciso y extremadamente poderoso. Guiada por la lógica y la belleza, la Matemática relata con poética elegancia los ires y venires del Cosmos.

La experiencia matemática humana comenzó con nuestros antepasados africanos contando animales, dividiendo carne, sumando frutas, estimando distancias y reconociendo los ciclos naturales del cielo. Contar más allá de nuestros dedos y la medición geométrica del terreno, posibilitó el surgimiento de las primeras civilizaciones. A pesar de que nuestro cerebro evolucionó para sobrevivir en la sabana africana, luego de 5500 años de práctica hoy contamos con abstractas y profundas ideas matemáticas.

La Matemática y sus ecuaciones nos inundan: al diseñar máquinas, entender el caos del tráfico y la complejidad del cerebro, calcular riesgos, tomar decisiones, medir el progreso, al estudiar lo bello, lo armónico y lo simétrico. En astronomía la usamos para apuntar los telescopios con precisión, describir objetos que jamás podremos tocar, medir el tiempo, predecir eclipses y llevar la contabilidad de galaxias.

Curiosamente, tanto las semillas de la flor del girasol, algunas conchas y los brazos de galaxias siguen la pauta geométrica de una espiral que se desenrolla en la proporción 1.61803398… (que se llama “Número Áureo” y tiene infinitos decimales). Esta proporción se encuentra en el ancho y largo de hojas, el crecimiento de pétalos y ramas, el cuerpo de animales y el patrón de vuelo de aves.

¿Por qué la Matemática resulta tan poderosa para descifrar el Cosmos? ¿De dónde viene esa conexión entre aquel mundo abstracto y la realidad?

Cuatro años después del estreno de la película Matrix, en 2003 el filósofo y físico Nick Bostrom, usando argumentos matemáticos y filosóficos, propuso que nuestro Universo podría ser una simulación computacional. A medida que nuestros computadores y programas mejoran, las realidades virtuales que generamos son cada vez más sofisticadas y cercanas a lo real. Entonces, ¿por qué nuestro propio Universo no podría ser, así mismo, la simulación de unos supra-programadores?

A pesar de ser exótica, hoy esta posibilidad se analiza seriamente. ¿Qué dirías si no fuésemos más que una simulación en el computador de otra entidad? Hasta averiguarlo, yo al menos seguiré deleitándome en la belleza de las ideas lógicas, aquellas con las que le arrancamos poemas al Universo.