Este domingo 16 de noviembre, Chile volverá a las urnas para elegir a parte de sus representantes en el Congreso y al próximo Presidente de la República, en una contienda marcada no solo por los discursos y las propuestas, sino también por la forma en que los candidatos han buscado llegar a la ciudadanía.

Las redes sociales y la calle se han convertido en los principales escenarios de disputa: mientras unos apuestan por la inmediatez y el alcance digital de las plataformas, otros reivindican el contacto directo con las personas, el puerta a puerta y las ferias como espacios insustituibles de conexión con el electorado. La combinación de ambos mundos —el virtual y el físico— ha definido el pulso de una campaña que refleja los nuevos códigos de la política contemporánea.

El escenario en el que se desarrollan estas elecciones también evidencia un cambio profundo en la configuración del sistema político chileno. Tras años de transformaciones sociales y el surgimiento de nuevas fuerzas, el mapa electoral se presenta más fragmentado y diverso.

Sobre ese último punto, el Dr. Jorge Vergara del Solar, académico de Antropología UdeC, indicó que “es evidente que ha habido un desplazamiento muy fuerte, una tendencia a la polarización entre izquierda y derecha, además de una derecha más radicalizada, en una proporción importante. Y el centro que había jugado un papel fundamental en el sistema político chileno desde la década de 1920, sobre todo en el periodo del 60’ hasta el 2000, con la Democracia Cristiana (DC) como partido emblemático se ha desdibujado completamente”.

Los partidos tradicionales han perdido parte de su hegemonía, dando paso a movimientos que buscan representar sensibilidades más específicas del electorado. Esta recomposición ha obligado a los candidatos a adaptar sus estrategias, ampliar sus mensajes y dialogar con una ciudadanía más crítica, informada y exigente, que ya no se identifica fácilmente con las antiguas etiquetas ideológicas.

En lo que respecta al comportamiento de la oposición en esta campaña presidencial, a la que llegan con tres postulantes, el Dr. Vergara expuso que “la derecha extrema o ultraderecha responde a un anhelo o demanda de ciertos grupos (…) representan un anhelo de soluciones drásticas a problemas que se perciben como postergados o, incluso, alimentados por otros grupos políticos”.

Si en algo coinciden todos los sectores es en agotar todos los espacios para difundir propuestas. Las estrategias de propaganda han evolucionado y hoy revelan las distintas maneras en que los candidatos interpretan al país y a sus votantes. En redes sociales, los equipos despliegan mensajes cuidadosamente diseñados para captar la atención en segundos: videos emotivos, transmisiones en vivo, memes y frases que buscan volverse virales. En las calles, en cambio, la apuesta es por la cercanía: banderas, brigadistas, volantes y el saludo cara a cara que sigue teniendo un valor simbólico de compromiso y presencia territorial.

¿Qué tan equilibrada está hoy la campaña en la calle con la comunicación en redes sociales? Fernanda Rubilar, docente del Departamento de Administración Pública y Ciencia Política UdeC, mencionó que “depende mucho del perfil de las candidaturas, de todas maneras siempre va a ser un híbrido. Las redes tienen un alcance y una segmentación mucho más fina que persigue llegar a un algoritmo determinado o a quienes buscan una idea, proyecto o identidad determinada. El terreno, en contraste, es la confianza, el anclaje territorial y la señal de fortaleza organizativa”.

“La ciudadanía que se está construyendo es una que cada vez se está informando más en entornos digitales y eso tiene riesgos de polarización, mucho ruido y el peso del algoritmo, por lo tanto, el tener campañas que combinen las redes con la calle –que sean más multimodales–, genera que se juegue y se negocie la legitimidad en otros espacios”, agregó la administradora pública.

Según la coordinadora del Centro de Convergencias Regionalistas de Estudios Aplicados del Sur (Creasur), estrategias como el ‘puerta a puerta’, recorridos por ferias, banderazos o actos públicos en la era digital “dan cuenta de qué y quiénes están detrás de las imágenes políticas”.

En esta recta final, la competencia por la visibilidad se intensifica. Las plataformas digitales se han transformado en campos de batalla donde cada publicación, comentario o “me gusta” puede influir en la percepción pública. Pero en barrios y plazas, los candidatos también miden fuerzas, conscientes de que muchos votantes aún deciden frente a una conversación directa, lejos de las pantallas.

El director de la carrera de publicidad de la UDD, Sergio Gamboa, dijo que “las campañas tienen un montón de dimensiones y una de las importantes es el desplazamiento en terreno”, ya que además sirve de insumo para generar contenido digital.

El publicista agregó que la espontaneidad y cercanía que los políticos quieren proyectar en sus cuentas multimedia tiene impacto, pues “produce efecto el ver a la persona al natural, el conocer al ciudadano”, lo que permite generar diálogos.

¿Qué táctica es más efectiva? Para Lucas Serrano, director de Asuntos Públicos de Observa Biobío, “depende de los candidatos: hay algunos que siguen haciendo el puerta a puerta y van a la feria, y hay otros que se pasean, pero saben que su mayor fuerza está en las redes sociales”.

Al menos 14.8 millones de usuarios están activos en redes sociales en Chile, lo que representa alrededor de un 74.7% de la población total del país. Así lo certifica el informe Digital 2025 (realizado por We Are Social y Meltwater) que midió el estado de la conexión a internet a nivel global, el uso de las plataformas de interacción, las redes móviles y el comercio electrónico.

A pesar de esa sociedad hiperconectada, el analista político planteó que “es difícil que en algún momento deje de pesar la calle”.

Finalmente, Serrano indicó que los actos públicos “siguen teniendo un rol importante, no hay que quitarles el mérito, porque alcanzas a un votante al que no llegarías de otra manera, que tal vez no consume política en las redes sociales y agradece que el candidato se dé el tiempo de ir a conversar con ellos, pero bajo ningún caso ni las redes ni la calle te aseguran éxito y eso es lo interesante”.

El desenlace de este domingo no solo revelará quién conducirá el país durante los próximos cuatro años, sino también qué tipo de política se impone: la de los algoritmos y las métricas digitales o la del contacto humano y la conversación cara a cara. Sea cual sea el resultado, estas elecciones dejan claro que el poder de la comunicación —en todas sus formas— seguirá siendo el terreno donde se define gran parte del futuro democrático de Chile.