Por Dr. Luis Aguayo, neurocientífico, académico Facultad Ciencias Biológicas UdeC y Premio Municipal de Ciencia.

Sentir temor es común en seres vivos con sistemas nerviosos más o menos complejos (ratones, simios, humanos), es una respuesta básica de sobrevivencia, que se produce en nuestro cuerpo cuando nos enfrentamos a una amenaza real o irreal. El temor es una emoción que afecta a todo nuestro cuerpo, genera sentimientos y, en este caso de emergencia sanitaria, causa un fuerte rechazo.

El Dr. Allan Boyne, un destacado profesor e investigador británico, describía así estas respuestas a un grupo de estudiantes de postgrado, en el cual me encontraba. A pesar de su carácter flemático británico, utilizó muy bien el humor para describir en forma anecdótica la respuesta del estrés, conocida como reacción de lucha o huida, respuesta básica de sobrevivencia, que nos permitirá salir de la emergencia que estamos enfrentando actualmente.

La cuento, ya que para salir bien de este gran desafío, es necesario conocer lo que ocurre en nuestra intimidad corporal. La historia fue más o menos así: “imaginen a un hombre prehistórico, cazando en la estepa africana, cuando de pronto, un grupo de guerreros de una tribu enemiga lo sorprende y amenaza de muerte, él se da media vuelta y escapa rápidamente”.

Y seguía “corre velozmente hasta llegar a su caverna donde su compañera lo tranquiliza y, más tarde, le da algo de comida. Mientras escapaba, su corazón latió más rápido y fuerte, respiró más profundo, su aparato digestivo se inactivó profundamente, su visión y audición se hicieron más agudas, cayó en un estado de vigilia profunda, donde muchos pensamientos le ocuparon su mente mientras corría. Todas estas respuestas le permitieron escapar exitosamente. Más tarde, ya relajado, pudo comer y contemplar toda la belleza de su compañera, lo que permitió que la raza humana se perpetuara y reprodujera tan exitosamente”. Aquí había una explosión de risas de los alumnos. Esta emoción de temor es exactamente lo que estamos viviendo hoy día, debido a lo que se inició en un mercado de una ciudad china y que ha avanzado por todo el mundo, que conocemos como pandemia del Covid-19.

Como entendemos que el Covid-19 está producido por un virus nuevo, desconocido, altamente contagioso, invisible, estamos viviendo bajo un estado de respuesta de lucha o huida, por lo que estamos estresados y nuestro cuerpo sufriendo todos los cambios, que también experimentó nuestro pasado cavernícola. Nuestras vidas han cambiado de manera súbita y completa en las últimas semanas, sentimos que hemos perdido el control de nuestras vidas, lo que lleva a conflictos profundos en nuestras mentes y esto nos estresa más aún, por lo que el cerebro pierde el control, y nos lleva a experimentar ansiedad, miedo y posteriormente, terror.

Además de ello, estamos actualmente enfrentados a cambios, como el distanciamiento social, el aislamiento social y la cuarentena; todas ellas conductas necesarias para reducir la expansión del virus, algo así como sacarle el oxígeno al fuego. Al mismo tiempo que nos cuidamos, debemos ser capaces de adoptar una actitud positiva para romper el ciclo de pensamientos negativos que nos inundan, y que se potencian con preocupaciones de salud, familia, educación, pago de préstamos bancarios, tarjetas de créditos, etc. También debemos organizar nuestras vidas a nuestra nueva rutina, manteniéndonos activos y conectados con la familia y colegas, comiendo y bebiendo, idealmente el líquido insípido, en forma saludable.

Con los cambios en el nivel de actividad, es muy posible que en un par de meses más tendremos aumento de problemas de obesidad y alcoholismo, debido a estas nuevas rutinas; y aquí está lo paradójico, ya que, aunque no nos afecte el virus, llegaremos al médico con otros problemas que pueden ser aún más graves.

Es claro que el teletrabajo no es fácil, ya que no somos muy responsables con nuestras obligaciones en materia de generación de productos y somos pésimos siendo nuestros propios jefes. Hemos pasado unos pocos días en esto y la situación pudiese durar meses, incluso medio año, según algunos expertos. Con esta perspectiva aparecen preguntas como: ¿estarán nuestros trabajos disponibles? o ¿seremos necesarios para lo que hacíamos antes de este terrible periodo? Eso nos causa pensamientos y emociones cruzadas y más estrés en nuestras mentes, ya exigida al máximo con lo que estamos viviendo.

La vida ya era compleja antes de la pandemia, ¿cómo podremos manejar el trabajo en un estado nuevo de cosas? Es aquí donde es importante contar o formar parte de una red de apoyo de familiares, colegas y amigos que permitan aliviar el peso de lo que estamos viviendo. Por lo mismo, deberían ser ampliamente implementados los sistemas de apoyo de profesionales a distancia, que involucre médicos, psicólogos y otros profesionales. En caso de que no sea posible la ayuda directa, persona a persona, sí debiese haber una de “persona—sistema a distancia—persona”. No se justifica, con tanta tecnología disponible, no tenerlos en este momento tan crítico.

La ciencia y tecnología serán fundamentales para controlar los efectos directos e indirectos de la pandemia y debemos entender que necesitamos aumentar el apoyo a estas actividades, para aumentar el conocimiento acerca de esta y otras enfermedades. Existen cinco elementos que conocemos ahora de la enfermedad, gracias al trabajo de la ciencia, que ha generado muchos datos que todavía están siendo analizados:

1) En Chile, por cada millón de habitantes, tenemos oficialmente cerca de 50 infectados y 0.1 fallecidos. Estos índices son bastante similares a los de Finlandia, lo que es bueno. Es de esperar que los números, que positivamente aumentarán exponencialmente por 6 semanas más, sigan con esta tendencia, y para esto, todos debemos cooperar con una sola voz.

2) Dependiendo de factores desconocidos a la ciencia, 80% de los infectados parecen tener síntomas mínimos.

3) 80% de los contagiados han resultado de individuos básicamente asintomáticos, por lo que el distanciamiento social, cuarentenas y cuidados personales son primordiales.

4) La densidad de la población e irresponsabilidad social, parecen críticos en el aumento explosivo en clusters.

5) Los problemas económicos y sociales asociados pudiesen convertirse en el “talón de Aquiles”, posterior a la neutralización del virus.

Aquí todos tendremos que considerar formas para reducir el impacto, especialmente en los más desprotegidos. Todos seremos más pobres al final de este proceso. Los que mantengan el trabajo, especialmente profesionales, deberían realizar un aporte para los más pobres, lo cual sería una muestra de solidaridad social y ayudaría como inyección vitamínica a recuperar el crecimiento.

Para sobrevivir mentalmente estos meses, es recomendable establecer regularidad en la rutina diaria, el establecimiento de objetivos modestos -dentro de otros más ambiciosos-, tomar periodos de descanso, consumir suficiente agua y tomar colaciones de manera ordenada y nutritiva. Igual que nuestro cuerpo, es fundamental que nuestra mente se mantenga lo más saludable en este periodo, ya que necesitaremos todas sus capacidades cuando este periodo de emergencia termine y necesitemos volver a empujar la máquina de la producción, la economía, la educación, etc. El país y el mundo estarán convulsionados y necesitaremos todo para volver a la normalidad lo antes posible.

Por último, lo básico para una mente sana es alimentación balanceada y nutritiva, abundante agua, no abuso de sustancias que afecten el cerebro, alcanzar una rutina a la brevedad, descansos cortos durante el día, relajación mental por 5 minutos a media mañana y tarde, higiene de sueño, redes de apoyos efectivos y lo más importante: ser optimista y no pesimista (mirar el vaso mitad lleno).