Sin dudas, el terremoto y posterior maremoto del 27 de febrero de 2010 marcaron un punto de inflexión en Chile. Para muchos, de hecho, sigue siendo uno de los hitos más relevantes en los últimos años.

Para la Onemi en particular, esa madrugada sigue representando un antes y un después en la manera de hacer las cosas, tanto así que, a 10 años, hay cambios evidentes.

Alejandro Sandoval es hoy el Director Regional de Onemi Biobío. Hace 10 años vivía en Antofagasta y, en su caso, el movimiento telúrico fue apenas perceptible.

Uno de los cambios más evidentes tras el terremoto, de acuerdo a lo señalado por Sandoval, es la capacidad de respuesta y modernización del Sistema de Protección Civil.

En 2010, Onemi Biobío contaba con 4 personas trabajando en horario de oficina para cubrir las 54 comunas de aquel entonces. Hoy nuestra región, con las 33 comunas actuales, tiene una dotación de 15 funcionarios y varios de ellos tienen turnos que permiten un trabajo ininterrumpido.

En total, la organización tenía unas 160 personas trabajando principalmente a nivel central y no tenían la capacidad de hacer lo que puede la Onemi actualmente.

Desde aquel entonces, afirma Sandoval, ha habido un trabajo permamente para desarrollar un «sistema de protección civil moderno y adecuado a la realidad nacional«.

En esa línea, el Centro de Alerta Temprana es uno de los mayores avances de la Onemi, monitoreando las distintas emergencias que puedan ocurrir en el país, a tiempo completo y en todas las regiones de Chile.

De acuerdo a la Onemi, en Chile tenemos hasta 9 tipos de amenazas naturales, incluyendo el riesgo sísmico, asociado a los maremotos, el riesgo volcánico, amenazas por inundaciones, incendios forestales y trombas marinas, a propósito del cambio climático.

Por lo mismo, luego de 2010, el organismo actualizó sus protocolos, aumentó su dotación, descentralizó estos centros de monitoreo y, en coordinación con los municipios, se han desarrollado distintas iniciativas, buscando establecer planes de emergencia locales y realizando simulacros, sobre todo de evacuación de sismos, tsunamis y emergencias volcánicas.

En 2010 el sistema de alerta con que contaba Chile estaba anclado en el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, el tan cuestionado Shoa.

Tras el 27/F se creó el Sistema Nacional de Alarma de Maremotos y un nuevo Centro Sismológico Nacional integrado por más de 50 profesionales dedicados a la investigación, desarrollo y mantención de capacidades de monitoreo sísmico permamente.

En el Shoa también hubo cambios, señala el director regional de Onemi. Ellos también cambiaron y actualizaron sus protocolos, ampliaron su dotación y cuentan con una red de mareógrafos y boyas DART instaladas a lo largo de todo el país y conectadas con equipos de comunicación de última tecnología.

Todo esto ha permitido reducir drásticamente los tiempos de espera para determinar si un sismo reúne las condiciones para generar un tren de olas. En concreto, pasamos de 20 minutos, hace una década, a 5 minutos el día de hoy.

Sandoval también hace un llamado a la memoria histórica y sostiene que la gente que habita el borde costero, históricamente, sabe (o sabía) que ante un sismo de gran magnitud puede ocurrir un tsunami. De hecho, parte del desastre vivido hace 10 años se debió, en parte, a la pérdida de esa memoria histórica, afirma.

Por ello, Onemi ha dispuesto diversas herramientas para la población, buscando educar a las personas para que se puedan reconocer e identificar zonas de riesgo; las más visibles son las señaléticas instaladas en distintas calles y lugares.

El organismo también ha dispuesto una herramienta en su sitio web, llamada «Visor Chile Preparado«, creada para conocer si una zona determinada, como un destino turístico o de residencia futura, está en una zona de inundación, por ejemplo, y al mismo tiempo permite identificar rutas de evacuación y zonas seguras.

Por último, también opera en nuestro país el SAE, Sistema de Alerta de Emergencias, el que a través de una frecuencia particular es capaz de enviar una alerta compatible con todos los teléfonos celulares que ingresan al país.

Para el director regional de Onemi, la responsabilidad ante una emergencia es compartida y no solo de los organismos estatales, sino también de la sociedad civil e incluso de los medios de comunicación.

Es importante realizar una reflexión y recordar, sobre todo, a las víctimas del 27/F pero también es relevante no olvidar las lecciones aprendidas tras este evento, como mantener kits básicos de emergencia, establecer rutas de evacuación, determinar zonas seguras y lugares de encuentro familiares, señala Sandoval.

Hasta ahora es imposible anticipar cuándo ocurrirá un nuevo teremoto en Chile, sin embargo, tenemos que vivir preparados para convivir con el riesgo permanente.

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