Por Amaya Alvez Marín, Abogada y Candidata Constituyente Distrito 20 y Pablo Rebolledo Escobar, Director de Contenidos Foro Latinoaméricano DD.HH.

El pasado 11 de abril se realizó la segunda vuelta por la presidencia de Ecuador. El neo-liberalismo conservador, representado por el banquero Guillermo Lasso, ganó las elecciones. Esto fue sorpresivo, dado que, en la primera vuelta del 7 de febrero, las fuerzas progresistas, indigenistas, democráticas y de izquierda obtuvieron más del 70% de los votos.

Estos hechos deben ser una voz de alarma para nosotras y nosotros en Chile. Ecuador, al igual que nuestro país, vivió un estallido social en octubre de 2019, en ambos países los Estados violaron los DD.HH, teniendo esta violencia estatal consecuencias horribles como muertes, situaciones de abuso sexual, prisión política, y mutilaciones oculares.

En Chile hay 500 ojos menos luego del estallido social, en Ecuador cerca de 300. En ambos países la justicia ha sido lenta, y la reparación todavía no existe. En Ecuador, Jhajaira Urresta, joven periodista que perdió un globo ocular en octubre de 2019 logró ser elegida Asambleísta, en un órgano que será representado mayoritariamente por la oposición. Esto es importante en lo simbólico, pero no tendrán un gobierno progresista que pueda tomar acciones de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición en las violaciones de derechos humanos.

En Chile, la opción “Apruebo” por la Nueva Constitución obtuvo el 78% de los votos, pero este gran triunfo se va a diluir si los sectores progresistas y democráticos no logran encontrar mecanismos de resolución para sus diferencias y conflictos, así como ocurrió en Ecuador.

La dispersión de listas para la Convención Constitucional, la incapacidad de una lista única y la gran cantidad de candidaturas presidenciales que han emergido, son muestras de las dificultades para llegar a acuerdos políticos transversales.

Las diferencias políticas no sólo son legítimas, sino que necesarias, pero si no logramos encontrar maneras de convivir en diversidad, se verán beneficiados los sectores más conservadores de nuestra sociedad, que desean la mantención del status quo.

En Ecuador no sirvió que los progresismos obtuvieran más del 70% de los votos de la elección presidencial en primera vuelta, ya que en definitiva se perdió la elección. Si en Chile no aprendemos de lo ocurrido allí, el 16 de mayo, tras la elección de Constituyentes, vamos a lamentar la falta de unidad en el proyecto de transformación progresista en Chile.