Por Ana Araneda, Coordinadora de Sustentabilidad Institucional del IPVG.

En nuestra historia reciente, abordar el estado actual del medio ambiente constituye uno de los desafíos más urgentes y significativos, aún más cuando el crecimiento de la población, sus actividades económicas y patrones de consumo en un mundo cada vez más industrializado e interconectado, genera una gran presión ambiental. La naturaleza de esta crisis es de amplio alcance ya que incluye el aumento de la contaminación, la pérdida de hábitat-biodiversidad y la disminución de recursos provocado por el mayor desarrollo humano y su industrialización, derivando en niveles crecientes de emisiones de gases de efecto invernadero, uno de los principales contribuyentes al cambio climático.

La opinión consensuada de los investigadores es que las organizaciones, industrias y Estados deben adoptar prácticas sostenibles y comenzar acciones de mitigación para disminuir y prevenir las emisiones actuales de gases de efecto invernadero y evitar aumentos adicionales. Sin embargo, esta solución adopta diversos matices al cruzar el prisma desde las recomendaciones hacia las acciones, aflorando diversos intereses y dificultando la toma de decisiones.

Entonces, surge una interrogante: ¿cómo abordar de forma eficiente esta problemática y lograr avances significativos? Lamentablemente, pese a lo urgente que es encontrar soluciones y aplicarlas, que permitan la sostenibilidad de la vida humana en el planeta en el corto y largo plazo, aún hay disenso en esta materia y pareciera que a pesar de los esfuerzos que se están realizando y los avances que se han alcanzado, aún será necesario buscar alternativas que permitan masificar esta necesidad y sus soluciones.

En este sentido contamos con una herramienta potente, que no siempre hemos visualizado, y que juega un rol fundamental en la formación de nuestras sociedades. La educación superior no solo juega un papel distintivo, si no, una posición estratégica a la hora de abordar las presiones ambientales a las que nos estamos enfrentando porque, en sí misma, cuenta con las facultades para crear una sociedad sustentable a través de la educación, investigación, innovación, vinculación y participación comunitaria, pudiendo producir efectos positivos y cambios sociales a largo plazo.

Para iniciar este camino es imperante demostrar mejores prácticas, investigando soluciones a problemas y/o necesidades, educando a las comunidades y formando futuros líderes que promuevan la sustentabilidad, empuñando el efecto multiplicador de las universidades en la sociedad actual y futura.

Un factor fundamental que se debe considerar es que en la educación superior las implicaciones estratégicas de la sustentabilidad van más allá de los cambios curriculares individuales, de políticas, y prácticas ambientales aisladas, ya que, sin los ajustes a las prioridades académicas, visiones institucionales, estructuras organizativas y los sistemas financieros de manera integral, puede transformarse en un esfuerzo que no rinda los resultados esperados.

Se ha evidenciado un número creciente de universidades en el mundo que han mejorado la gestión ambiental de sus campus reduciendo su huella ecológica, haciendo uso de espacios para agroecología e integrando los problemas ambientales urgentes de sus territorios para buscar soluciones en conjunto con las sociedades. De esta forma, han avanzado hacia la inclusión de temas ambientales. Sin embargo, estas acciones han resultado por la presión estudiantil dejando en evidencia, en muchas ocasiones, la necesidad de una visión más generalizada de esta problemática desde las mismas organizaciones educacionales.

Es por ello que el liderazgo en la sustentabilidad que están asumiendo las instituciones de educación superior ha permitido y permitirán mejorar su imagen pública dentro el sector y también mayor reclutamiento de estudiantes que buscan casas de estudios con visiones sustentables y, a su vez, ahorros financieros logrados por la gestión y eficiencia de energía, del agua, gestión de residuos y educación ambiental.

La sustentabilidad es una necesidad que debe ser abordada en toda sociedad y apoyada primeramente a través de desarrollos de políticas y/o programas nacionales por parte de los gobiernos para mejorar y apoyar las orientaciones estratégicas, como también aportes a la financiación en la educación superior que incentiven a las instituciones educativas a realizar mejores prácticas ambientales en todos los aspectos de sus actividades, porque es fundamental cambiar la forma en que se están haciendo las cosas, pues un titulado con una mirada a la sustentabilidad podrá generar impactos y la regeneración de las actividades productivas.