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Este jueves 1 de diciembre se conmemora un nuevo Día Mundial de la Lucha contra el Sida, en el que Chile marca la triste excepción de haber aumentado sus casos confirmados en un 63% en tan solo 12 años. Si bien nuestro país asegura un acceso universal al diagnóstico y al tratamiento de la infección por VIH, organizaciones y profesionales vuelven a poner el acento en las «deudas» en torno al acceso igualitario a la prevención, al acompañamiento y a una educación sexual integral.

De acuerdo con el Instituto de Salud Pública (ISP), los casos de VIH se han mantenido en claro ascenso durante la última década, desde los 4.014 registrados en 2013 a los 6.948 que tuvo 2018. Aunque dicha tendencia fue interrumpida por la pandemia, Chile registró este año 4.090 casos durante el periodo enero-septiembre, una cifra que, comparativamente, solo es superada por 2017, 2018 y 2019 dentro del mismo periodo.

A nivel regional la situación no es menos compleja, dado que de momento se contabilizan 233 casos nuevos en control, es decir, un 121% más que los sumados en todo 2021 y un 61% más que los totales para 2020. Con esa cifra, el Biobío mantiene su tercer lugar a nivel nacional con 2.924 personas viviendo con VIH: 2.512 hombres y 412 mujeres, según sexo registral.

En cuanto al alcance del tratamiento antirretroviral, cabe destacar que 2.892 personas se encuentran siguiéndolo bajo control activo, mientras que 32 aún no lo hacen. Ello ha permitido que el 91,7% de quienes optan por la farmacoterapia posea una carga viral indetectable, lo que suprime la replicación del virus y previene su transmisión.

La encargada regional de VIH/SIDA de la Seremi de Salud Biobío, Lorena Bastías, atribuye esta variación en los indicadores a las diferentes coordinaciones intersectoriales efectuadas con el fin de incrementar los testeos tras dos años de baja por la pandemia por COVID-19. Ello es coincidente con lo planteado por la ONG AIDS Healthcare Foundation (AHF) respecto del aumento de un 500% de los exámenes realizados a nivel nacional en 2021, que llevaron a nuestro país a recuperar el «ritmo prepandemia».

Los esfuerzos citados por la profesional han sido canalizado a través de operativos de toma de test rápido de VIH dirigidos principalmente a jóvenes, los que han estado a cargo de entidades como el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), municipalidades y organizaciones de la sociedad civil, además de alumnos y profesionales del área de la salud capacitados por la secretaría ministerial. A ello se refirió Bastías.

Efecto pandemia

A nivel latinoamericano, Chile (+63%) solo es superado por Costa Rica (185%) entre los países con mayor variación de nuevas infecciones por VIH, según consigna el reporte de datos de ONUSIDA para 2021. Este continuo crecimiento desde 2010, de acuerdo con el presidente de la fundación Chile Positivo, Carlos Lobos, no solo se ha concentrado en las poblaciones clave, sino que también ha irrigado a otros grupos, como los de mujeres adultas y de la tercera edad.

Parte de ello figura en un estudio cualitativo publicado por la organización en 2021, que a nivel latinoamericano constató que la pandemia por COVID-19 trajo, sobre todo en sus inicios, problemas para la población joven en cuanto al acceso a los exámenes rutinarios y de carga viral, a sus tratamientos y horas médicas.

Cabe destacar que la misma indagatoria no solo pone el énfasis en los conocidos perjuicios que la pandemia provocó en la salud mental de la población, sino que además detalla que en el caso de los jóvenes viviendo con VIH, dicha situación se tradujo en «ansiedad, depresión, soledad y emociones displacenteras». A ello se refirió Lobos.

Para dar respuesta a esta situación, Chile Positivo activó un plan piloto que, con el tiempo, se transformó en su Programa de Acompañamiento y Salud Mental, el que hoy ofrece tratamiento psicoterapéutico tanto a personas que viven con VIH como a sus redes de apoyo. En ese contexto, el presidente de la entidad cuestionó «lo poco que se habla sobre salud mental, y menos sobre esta en personas con VIH. Como desde el servicio público no hay mucha oferta, seguimos sin un acceso real a la psicoterapia».

Nivel local

En 2015 Concepción se integró al listado de 32 comunas que a nivel nacional cuenta con el Programa Mujeres, Derechos Sexuales y Reproductivos del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (SernamEG), cuyo objetivo es proveer herramientas para un empoderamiento y un fortalecimiento de la autonomía física. El plan considera atenciones personalizadas; talleres para jóvenes, embarazadas y mujeres; y jornadas de prevención en salud integral.

También, se considera la realización de al menos dos operativos de toma de test rápido de VIH cada dos meses. Según precisa Bárbara Rojas, matrona de profesión y una de las dos encargadas de la estrategia en Concepción, la vinculación con las organizaciones de la sociedad civil es la que posibilita «llegar a todo público» a través de las convocatorias, lo que incluye a otras comunas.

También, la matrona se refirió al alza de casos en jóvenes con edades entre 15 y 29 años, fenómeno que asocia a la mayor apertura de este segmento etario, sobre todo, a la información y a los métodos de testeo.

Desde luego, la profesional advierte sobre las diferencias en el plano cultural y religioso entre las comunas del Gran Concepción, en tanto que ciertos territorios se muestran «más cerrados» y con posturas «más conservadoras» ante la sexualidad vista desde una perspectiva integral. Ello, sostiene, priva «a muchos jóvenes de una respuesta».

Barreras educativas

El Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) consigna que la promulgación de la Ley 20.418, en 2010, tuvo como objetivo consagrar el derecho ciudadano a educación «en materia de regulación de la fertilidad, en forma clara, comprensible, completa y, en su caso, confidencial». No obstante, en 2015 Chile era el país con menor porcentaje de avance en cuanto a la institucionalización de la educación integral en sexualidad, con apenas un 27% de progreso, lejano al 75% de desarrollo comprometido para esa fecha.

De acuerdo con la Mg. en Salud Sexual y Reproductiva, Grace Castro, quien convestigó la puesta en práctica de esta política en los establecimientos del Gran Concepción entre los años 2010 y 2017, el 80% de las entidades optó, en dicho periodo, por incorporar a su currículo regular los contenidos sobre educación sexual, mientras que otro 43% contrató algún programa externo con el objetivo de capacitar a sus profesores.

No obstante, la profesional cuestiona la evidente filiación religiosa y la poca efectividad de los planes que entonces concitaban la mayor adhesión en nuestra región: el Programa de Educación en Valores, Afectividad y Sexualidad (PAS), elaborado por la Universidad San Sebastián y aplicado por el 45% de los establecimientos encuestados; Teen Star (18%), de la Pontifica Universidad Católica de Chile; y Aprendiendo a Querer (14)%, de la Universidad Católica de la Santísima Concepción.

Esta libertad de elección, siguiendo la Mg. en Salud Sexual y Reproductiva, tuvo como consecuencia que los contenidos de educación sexual más relevados fueran los de autocuidado y conocimiento del cuerpo (39%), infecciones de transmisión sexual (37%), y violencia sexual y de género (33%). Por el contrario, los menos revisados fueron derechos sexuales y reproductivos (2%), autoestima (10%) y educación en valores (12%).

Es conveniente advertir que, de acuerdo con el mismo estudio, la impartición de  esos contenidos estuvo a cargo de profesores jefe (59%) y de biología (53%), de orientadores (27%) y de psicólogos (10%).

En ese sentido, Castro cuestiona la poca estandarización de los criterios y la inexistente fiscalización respecto del cumplimento de esta clase programas, que anotaron porcentajes de desarrollo entre un 40% y un 80% en el periodo 2010-2017.

Cabe destacar que entre los años 2016 y 2017 las infecciones de transmisión sexual (ITS) aumentaron notoriamente en la región: en el caso de la gonorrea, se triplicó, mientras que el VIH se duplicó. Ello es coincidente con la baja en el uso de preservativos.

Resultado siempre positivo

Otra política relevante en la materia es la que buscaba implementar en el sistema público la profilaxis de prexposición o PrEP, antirretroviral que reduce notablemente las probabilidades de contraer el VIH a través de relaciones sexuales o el uso de jeringas. En nuestro país, se entrega de manera gratuita desde 2019, pero solo en 9 centros médicos en todo el país, distribuidos en apenas cuatro regiones.

Su llegada al Biobío se vio truncada por el inicio de la pandemia por COVID-19, según relata el coordinador para la región del Biobío del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), Ramón Gómez, quien cuestiona que una política pública con tal relevancia sea aplicada de manera «no igualitaria» en el territorio nacional.

Para contribuir tanto en materia de prevención como de diagnóstico, el Movilh inauguró en junio pasado un n uevo centro de testeo en la comuna de Concepción, en el que sus pacientes no solo pueden acceder de manera gratuita a consejerías, preservativos y lubricantes, sino que también a testeos para VIH con resultados en 15 minutos.

A cinco meses de su apertura, el espacio ofrece exámenes a unos 50 individuos al mes. Dicho esfuerzo, explica Gómez, ha permitido llegar a personas «de localidades en las que estos debates son aún incipientes».

Desde luego, el coordinador del Movilh afirma que la mayor parte de los municipios de la región se encuentran «al debe» en cuanto a la visibilización de los derechos de la población LGBTIQ+, la prevención del VIH y la promoción del sano ejercicio de la sexualidad.

Fuera de lo hecho y lo prometido, Gómez pone el acento en la importancia de que las personas cuenten con un diagnóstico oportuno. «Si alguien tiene el temor de haber contraído VIH, lo peor es no hacerse el test. Si es positivo, no se acaba el mundo, porque el país garantiza el tratamiento hasta el punto de volver indetectable e incluso intrasmisible el virus. Conocer el resultado siempre será positivo», concluyó.