El miércoles 18 de agosto se llevó a cabo en la comuna de San Carlos, capital de la provincia de Punilla, región de Ñuble, una histórica sesión presencial de la Convención Constitucional en el centro sur del país (la primera se llevó a cabo en Arica, el día anterior). Para participar de este espacio, de manera remota o presencial, las organizaciones o personas naturales interesadas debían completar una ficha, indicando sus datos y las propuestas que deseaba plantear a la comisión.

Fue un día frío y en los tiempos que corren, todos parecían esperar la lluvia, especialmente las dirigentes de comités de agua potable rural, a quienes acompañó la Dra. Noelia Carrasco, académica UdeC, en su presentación ante la comisión. El espacio escogido para la sesión parecía especialmente simbólico para varios, que aludieron a Violeta Parra y a la importancia de la cultura y la ruralidad en la descentralización y en la Nueva Constitución.

Los problemas tecnológicos marcaron el inicio de la sesión. Falta aún conectividad y recursos para asegurar que todos escuchen adecuadamente. Una vez resuelto esto, comenzaron las presentaciones en bloques de a tres, para luego dar paso a preguntas y al diálogo con los convencionales presentes y vía zoom.

Los principales planteamientos de las dirigentes del agua resumieron el sentir de gran parte de la población rural de estos territorios. Se destacó la solicitud de que la descentralización y el desarrollo de las regiones sean construidos desde las mismas regiones, y así mismo, sea concebido como una práctica de inclusión.

Más allá de los problemas históricos que aquejan al mundo rural, la crisis ecológica actual parece dejar en evidencia que su integración en los procesos de descentralización implica atender a todas las actividades productivas de gran escala y su impacto en estos territorios. Es decir, descentralizar y pensar los modelos de desarrollo de las regiones exige hoy atender a las realidades locales, a las maneras en que se vive (y en muchas ocasiones se sobrevive) en las más diversas latitudes del país.

La secuencia de presentaciones dejó de manifiesto la contundencia y la sofisticación de los argumentos construidos desde el prisma o punto de vista de los/as habitantes rurales. Allí se expresaron las maneras en que el mundo rural observa la expansión de la urbe y del desarrollo económico, basado en la utilización de recursos naturales no renovables. Es un mundo rural muy heterogéneo, pero que tiene en la actualidad un denominador común, que es exigir inclusión para ser parte del proceso de transformación global que debemos enfrentar como sociedad.

De manera transversal, la participación de las personas naturales y organizadas en las sesiones de las comisiones y subcomisiones de la Convención constituye una transferencia de saberes, basados en la experiencia y la constatación de vivir los problemas que deben ser atendidos con urgencia. Por ello, esta participación es también la oportunidad para acceder, de primera fuente, a cómo las personas y comunidades organizadas están imaginando y proyectando sus territorios. Dicho de otra forma, las sesiones públicas de las comisiones son laboratorios para identificar y comprender las múltiples comprensiones vigentes sobre los problemas y también las múltiples propuestas de acción que desde los territorios se están construyendo.

Con todo, un mensaje importante, a dos meses de trabajo de la Convención, es que como ciudadanos la valoremos como un bien común. Es decir, que cuidemos el proceso y su legitimidad, que superemos las descalificaciones y veamos más allá de lo individual, aquello que nos preocupa y nos convoca en el compromiso respetuoso con las nuevas generaciones.