El sistema científico argentino se acerca al precipicio”, denunciaron 68 premios Nobel en una dura carta dirigida la semana pasada al presidente Javier Milei.

Vemos con preocupación la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, el despido de empleados administrativos del Conicet y otros institutos en todo el país, y la terminación anticipada de muchos contratos el próximo mes. Tememos que Argentina esté abandonando a sus científicos, estudiantes y futuros líderes de la ciencia”, declararon las personas que firman la carta, entre quienes figuran referentes mundiales en los campos de Medicina, Química, Física y Economía.

Para Laura Farías, académica y científica argentina, durante siglos “se ha otorgado a la ciencia un lugar importante en la cultura de nuestros países”. De hecho, agrega, “el conocimiento científico es considerado objetivo, veraz y válido”.

Por lo mismo, en cuanto al impacto que puede tener este tipo de medidas, particularmente en otros países de la región, la profesora titular del Departamento de Oceanografía UdeC, señaló que esto “solo podría estar pasando en gobiernos autoritarios, que necesitan bloquear el acceso equitativo a la información y al conocimiento, lo que permite empoderar a las y los ciudadanos para participar en los procesos democráticos”.

En esa misma línea, la Profesora Asociada en el área de Política Comparada de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Julieta Suárez Cao, indicó que este tipo de recortes es propio del “libreto de las ultraderechas en el mundo”.

La politóloga argentina, integrante de la Red No sin Mujeres, agregó que estos líderes “sin formación en las ciencias que denostan” asocian, por ejemplo, la investigación en ciencias sociales con lo que llaman “el marxismo cultural”, por lo tanto, para ellos es algo que no debe ser “financiado por el Estado”.

De todos modos, Laura Farías considera que en este tipo de situaciones la colaboración entre pares es fundamental, sobre todo con investigadores de Argentina.

Desde el gobierno argentino, el vocero de la presidencia, Manuel Adorni, comentó que “se está construyendo un CONICET que pone sus esfuerzos en el desarrollo de la bioeconomía o en la inteligencia artificial aplicada a la medicina. Y no en uno que gasta su tiempo en investigaciones de dudosa utilidad, como aquel que, por ejemplo, abordaba la orientación sexual de Batman. Como resultado, a pesar de que en 20 años se ha triplicado la cantidad de investigadores en el Conicet, Argentina está sexto en el ranking de innovación en América Latina, por detrás de Brasil, Chile, México, Colombia y Uruguay”.

Al respecto, Farías explica que “la investigación científica y la innovación son conceptos interrelacionados, pero no son idénticos”, por lo que no tiene sentido comparar la cantidad de investigadores con indicadores de innovación, pues en este tipo de mediciones se consideran varios factores.

Respecto a la situación en Chile, conocida es la promesa de varias campañas presidenciales para elevar la inversión en ciencia e investigación al 1% del PIB, lo que no se ha logrado, principalmente, sostiene Farías, por “límites políticos”.

Eso sí, reconoce que aumentar la inversión en ciencia implicaría redistribuir recursos de otras áreas, como salud, seguridad o infraestructura, “lo que resulta complejo”.

Cabe señalar que el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET) ha consolidado su posición como líder indiscutible en el campo de la investigación científica en América Latina, marcando un hito al mantenerse en la primera ubicación según la recién publicada 16° edición del Ranking Scimago (SIR) en el año 2024.