En el Palacio de La Moneda, el Gobierno llevó a cabo este lunes el acto oficial de conmemoración de los 50 años del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, en el que participaron los expresidentes Michelle Bachelet y Ricardo Lagos, además de otros gobernantes y exmandatarios latinoamericanos. En la instancia, no solo se insistió en el «nunca más» y en la no repetición de los horrores de la dictadura, sino que además, se rindió homenaje a las víctimas de la dictadura, a sus familias y a la figura del expresidente Salvador Allende.

La ceremonia contó con las palabras del escritor Elicura Chihuailaf, quien hizo lectura del casi poema titulado «El metal tranquilo de su voz». A través del mismo, el oralitor reflexionó respecto del rol de la memoria en el futuro «de los niños y las niñas», bajo la premisa de que «olvidar el pasado» implicaría, necesariamente, «truncar el futuro» de estos.

Por ello, el poeta recordó que, en instancias en que la democracia permanece cautiva del «egoísmo», es relevante para los chilenos recuperar «la conversación» y el «arte de escuchar».

Minutos más tarde, la presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, rindió homenaje a aquellas personas a las que «les quitaron la vida por su patria» y, además, a quienes han mantenido una «larga lucha» por encontrar a sus deudos. Para estas últimas, recalcó, aún se requiere «memoria, verdad y justicia». 

En consecuencia, la histórica dirigenta invitó a los presentes y, más extensivamente, a todos los países latinoamericanos, a cuidar la democracia, a respetar las diferencias «políticas» y «culturales», y a no dejar de recordar «que todos tenemos que contribuir» para que lo vivido el 11 de septiembre de 1973 «no vuelva a pasar».

Deudas y amenazas

Posteriormente, se dio espacio a la senadora por la 6ª circunscripción, María Isabel Allende (PS), quien agradeció, a nombre de su familia, las expresiones de memoria y los homenajes a la figura del expresidente de República, Salvador Allende. Dichos reconocimientos, sostuvo, «nos acercan (…) al largo caminar de mi padre como luchador social e intérprete de los anhelos de justicia social». 

Sin perjuicio de lo anterior, la representante subrayó que resta «mucho más» para llegar a «la verdad», «la justicia» y «la reparación» demandada por las víctimas y la ciudadanía, junto con la implementación de las correspondientes garantías de no repetición.

En ese marco, la parlamentaria también hizo referencia a «los sectores que cerraron los ojos ante las violaciones a los derechos humanos», a los que criticó por sus recientes intentos por «invertir las responsabilidades» y justificar ante la opinión pública el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular (UP).

En oposición, la senadora María Isabel Allende consideró que el golpe de Estado fue en sí «un crimen» bajo el que no sería posible legitimar «el despojo de la voluntad popular y de la dignidad humana». 

Igualmente, la senadora recordó que en la actualidad se cuenta con «más evidencia que nunca» respecto del «asedio interno, la confabulación externa, la intervención encubierta de la CIA, el bloqueo económico (…), el terrorismo de grupo antidemocráticos de la derecha» y de otras acciones que, a la larga, terminaron por desestabilizar al gobierno de UP.

Por consiguiente, valoró que todos los expresidentes hayan optado por suscribir el documento «Compromiso: Por la democracia, siempre», sobre todo, en consideración de las «amenazas» que hoy enfrenta «el mundo».

Nunca más

Pasada la primera mitad de la ceremonia, el presidente de la República, Gabriel Boric, tomó la palabra para asegurar que, hace ya 50 años, el Estado de derecho no solo cayó por «la fuerza de aviones, tanques y armas», sino que también por «la insolencia de la traición y la sedición».

En esa línea, el mandatario enfatizó en que el golpe de Estado «no es separable (…) de lo que vino después», en tanto que los derechos humanos fueron vulnerados «desde el mismo momento» en que fue derrocado el expresidente Allende.

Asimismo, el actual mandatario extendió una invitación a ponerse «del lado de quienes fueron víctimas del horror» y a garantizar que «nunca más la violencia sustituya en nuestra convivencia al debate democrático».

Finalmente, el presidente Gabriel Boric tomó algunos minutos para repasar la figura del expresidente Allende, a quien refirió como un «hombre de impecable trayectoria democrática» y un «intérprete de grandes anhelos de justicia». Por «ese compromiso y consecuencia», agregó el mandatario, «a cincuenta años de distancia el mundo le sigue rindiendo homenaje y lo respeta».